Reflexiones sobre la escuela en clave de reconocimientO

niños en el aula aprendiendo

Por Igual Más

05/08/2022

Cuando pensamos en escuelas y discapacidad emergen muchas representaciones tanto sobre el término “discapacidad” como sobre la institución escolar.

En primer lugar, la escuela como construcción social se ha constituído, en los últimos siglos como el lugar privilegiado para la transmisión del acervo cultural a las nuevas generaciones. Así, desde que Comenio postuló el “enseñar todo a todos” y  hasta nuestros días, ese espacio configura una constante histórica, que aún con los cambios que ha sufrido la humanidad, continúa vigente. 

La Pandemia mundial de COVID-19 , además, nos dejó claro que la escuela es el lugar apropiado para las infancias, en términos de derechos y apropiaciones culturales. 

MODELOS DE LA DISCAPACIDAD EN LA ESCUELA

Por otro lado, la discapacidad, en su sentido teórico,ha atravesado diferentes concepciones  y, en consecuencia, el lugar que se les otorga a las personas con discapacidad en la sociedad.  La escuela no ha quedado fuera de estas miradas  que dieron lugar a diferentes Modelos de la Discapacidad , más bien ha definido a sus estudiantes con discapacidad desde estas perspectivas y establecido el lugar que éstos tienen (o no ) en el espacio escolar de acuerdo al paradigma hegemónico. 

Así, durante largo tiempo, el Modelo de la Prescindencia no dejó  lugar para niños con discapacidad en la escuela formal . Más adelante, y desde el Modelo Médico Rehabilitador se ofrecieron espacios escolares específicos para  los niños y niñas con discapacidad. Dicho modelo supuso un gran avance y la creación de la Escuela Especial habilitó pensar a los estudiantes con discapacidad como parte del Sistema Educativo. Esto trajo la formación específica de docentes y especialistas para abordar la enseñanza. 

En los albores del Siglo XXI, el avance del Paradigma Social y los Estados de Derecho supuso que  la escuela abriese las puertas recibiendo algunos estudiantes con discapacidad en las aulas, con acompañantes y tareas diferenciadas. Fue la era de la integración. Si bien hubo muchas escuelas que alojaban estudiantes con discapacidad, la regulación desde la ley abrió un horizonte nuevo de posibilidades. 

Por último, con la relectura y reflexión  de la CDPC se reconoce que es necesario habilitar metodologías y modos de estar en la escuela para que todos puedan estar aprendiendo, por lo que se comienza el proceso de cambio hacia la inclusión, término que intenta describir la propuesta de  configurar los espacios y métodos previamente, para que todos, en la diversidad, puedan acceder a los aprendizajes. 

En la actualidad,  tanto la  integración como  la inclusión conviven en las escuelas mientras que la segregación continúa vigente con las Escuelas Especiales que reciben y educan a aquellos niños y niñas que no pueden ser atendidos en la escolaridad común. 

Así dicho, a grandes rasgos parece que estamos alcanzando, a pasos muy lentos, que los estudiantes con discapacidad se encuentren efectivamente en el espacio privilegiado de transmisión de la cultura que es la escuela. Si bien no  pretendo profundizar en los procesos que ocurrieron en estos cambios de paradigma, y tantas otras permanencias de lo escolar,  si me interesa reflexionar sobre la implicancia que puede tener en la escuela un nuevo modo de comprender la discapacidad. Me refiero al Modelo Comunicacional y de Reconocimiento Legítimo de la Discapacidad (MCRLD). Aclaro que  digo escuela porque no me referiré a la educación en general que presenta amplitud y sabemos que puede configurarse de modos diversos. 

El MCRLD reconoce a las personas con discapacidad como parte de la sociedad, en el “entre”. Decir esto pone en cuestión el término inclusión, que puede ser comprendido desde diferentes escalas. Este Modelo planrea que las PcD no requieren ser incluidas sino reconocidas como parte sustancial de la sociedad, como actores que construyen y tienen voz propia para reclamar derechos y responsabilizarse de sus obligaciones. 

Pero ¿De qué manera reconocemos a las infancias y adolescencias con discapacidad en nuestros espacios educativos? En este sentido los  pasos dados en paradigmas previos han sido importantes: los chicos con discapacidad fueron “estando” de a poco en una escuela cuya organización tuvo como fin la homogeneización, en particular desde el Siglo XIX en adelante. 

APORTES DEL MCRLD A LA EDUCACIÓN

Pensar en el reconocimiento de nuestros estudiantes con discapacidad supone reconocerlos  “entre” la sociedad: en el barrio, en la plaza, el centro de salud, en el festejo del cumpleaños. Sin embargo sabemos que no siempre se encuentran en nuestras aulas, por ello, el primer paso que corresponde al Estado, es viabilizar los medios para el ingreso, permanencia y egreso de cada estudiante. Favorecer el aprendizaje de cada estudiante supone pensar los espacios, las personas y los apoyos necesarios desde políticas públicas que realmente incidan en la organización escolar y sus supuestos. En este sentido, creemos que dicha incidencia ocurre cuando las propuestas del Estado parten de una medición real que dé voz a las PcD, sus familias y todos aquellos involucrados en la tarea de educar. 

Sabemos que las aulas suponen un desafío porque aún no están diseñadas para la diversidad. ¿Cómo pensamos que un y curriculum, una evaluación, una organización escolar reconozca a las PcD que habitan la escuela? Y aquí quiero hacer la gran salvedad: no se trata de pensar que tenemos “niños con NEE”  y adaptarles su espacio. Se trata de reconocer que los niños y niñas con discapacidad “entre” los estudiantes, como sujetos activos, con derechos y responsabilidades.  Se trata de volver a pensar en la escuela en clave de reconocimiento y convivencia. 

Desde el MCRLD sabemos que en esto el Rol del Estado es intransferible. Hay modos de pensar la escuela y el curriculum que sólo pueden mutar desde políticas pedagógicas y curriculares, que capaciten a los docentes, que financien proyectos, que articulen entre entre modalidades y especialidades, que piense en el curriculum para la Formación Docente inicial y continua  que habiliten espacios de reflexión  para pensar en nuestras propias representaciones sobre el otro. 

Sin embargo, mientras esta lucha continúa nos preguntarnos qué acciones sí podemos llevar adelante. Desde una mirada  pedagógica podemos decir que desde el MCRLD nos proponemos trabajar sobre las representaciones que la sociedad tiene sobre las PcD. En el caso de la escuela  se trata del reconocimiento legítimo de los estudiantes con discapacidad como sujetos aprendientes, con el derecho a estar en la escuela,a aprender, a participar y asumir las obligaciones propias de dicha condición. Este supone un trabajo  de autoconocimiento también del estudiante, quien, en su proceso pueda reconocer sus potencialidades y capacidades, sus limitaciones y el rol que tiene como sujeto activo de la sociedad.

Este giro en la representación de los Sujetos tiene una consecuencia didáctica y ética que es necesario desandar y conceptualizar para dar lugar unas perspectivas que posibiliten que todos los estudiantes con discapacidad sean reconocidos y participen de la sociedad de manera plena. 

Notas:

1- Modelo de Comunicación y de Reconocimiento Legítimo de la Discapacidad (MCRLD) 

2-Comenio es considerado el «Padre de la Didáctica» ya que fue quien formuló la  Didáctica Magna hacia 1632. Sobre ella se sientan las bases de la escuela Moderna. Fuente: Dussel, I, Carusso M. (2006) La Invención del Aula. Una genealogía de las formas de enseñar. Santillana. Buenos Aires.

3-Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad- 2006

4-Necesidades Educativas Especiales.

Lic. Vanina Castelli

Coordinadora del Área Éducación y Cultura

Fundación Por Igual Más

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