Carta a mi hija Lucia:
Aquella vez llegaste a nuestras vidas con la sorpresa del miedo de pensar que algo en la pancita de mamá te estaba pasando. Entonces fue cuando decidiste que ibas a nacer, llegó el momento, un poco más de las dos y media de la tarde y diste tu primer gran grito….. Me llamó el partero con cara de preocupación y me dijo… «usted es el papá»? – Sí, le dije…. Continuo- mire le presento a su hija….. ¡No puedo describir la alegría inmensa de verla!- Y me siguió diciendo con la misma cara del inicio: -Su hija tiene las extremidades más cortas… un pliegue en la cabecita…. A lo que yo abruptamente le respondí: Doctor, ¿es sana? Él me respondió: Sí lo es…. pero es probable que tenga Síndrome de Down…. Sueños, anhelos, expectativas, deseos, se derrumban de la misma forma que se habían construido, solo que no fue en 9 meses sino en un segundo. Mi primer reacción, hija, fue buscar culpables…. te juro que no los encontré… porque no había. La segunda reacción fue la de llorar y no parar de llorar buscando una explicación, está claro que no la encontré. Y por último le eché la culpa a Dios y me hice la misma pregunta que todos se hacen, POR QUÉ A MI. Por supuesto… para esto tampoco tuve respuestas. No tenía un instante de Luz. La oscuridad me invadía y todavía no había hablado con mamita… cómo hacer para que esa persona que te llevó tanto tiempo en su vientre no sintiera frustración, ira, culpa… No pude hacerlo, apenas la vi llore de nuevo… Te juro, hija, que fue algo que me superó por completo. No pude frenarlo. Todos lloraban como si fuera un velorio y no un nacimiento… algo de lo que hoy estoy profundamente dolido y por esto te pido disculpas.. Pasaron algunas horas… Mi oscuridad era cada vez más intensa, no sentía un minuto de paz. Y de golpe, alguien, con nombre y apellido, entró y nos dijo: «Basta de llorar, hay que ponerse a trabajar, Dios no se equivoca. Puso una hermosa niña especial en unos padres especiales….. Y la luz que necesité resplandeció por toda la habitación. Ni hablar, querida hija, cuando te vi entrar en la pieza, en mi interior sabía que nunca las cosas iban a ser como antes, tal vez me lo negaba a mí mismo… y hoy, siete años después, puedo confirmar que no es igual. Que llenas mi vida y la de cualquier persona que pueda compartir un solo instante con vos, de ternura, de alegría, de enojo, de impunidad, de Amor. Lucha, hija mía, no sabes lo inmensamente feliz que soy de ser tu padre. No me cabe en el pecho el EGO de caminar por la calle disfrutando tus caprichos, tus corridas, mis pataditas en tu cola, tus empacadas, tus saludos a todo aquel que insinué solo mirarte… Qué feliz soy, hija, de ver el esfuerzo que día a día haces por aprender, ese tartamudeo insistente para poder pronunciar de manera correcta una frase… ese «no puedo» cuando algo no te sale y verte… hablando sola, retándote porque no pudiste con eso que querías. En poco tiempo tal vez comiences el primer grado, yo estaré ahí acompañándote, compartiendo tus triunfos y frustraciones, y vos estarás ahí para enseñarme que todo en la vida con Esfuerzo se consigue… Dios: gracias por hacerme un «Papá Especial», gracias por elegirme, por confiar en mi. Lucia, también, gracias por elegirme, por confiar en mí, espero siempre poder estar a la altura de todas tus expectativas. Poder compartir todo lo que vayas aprendiendo, te pido que me tengas paciencia, tengo mis tiempos… pero te aseguro que a tu lado voy a estar. A todos los que lean esta carta solo les pido que me «envidien» de la forma más sana del mundo y que no tengan miedo de ser padres especiales, solo disfrútenlo, gócenlo, manifiéstenlo con el grito más fuerte que de su garganta salga. No tienen idea los SENSACIONAL QUE ES TENER UNA HIJA COMO LUCIA VALENTINA, no saben lo profundo que es tener una niña con SÍNDROME DE DOWN. ¡¡¡¡Gracias Lucha¡¡¡¡¡¡
Francisco Bedini ( Usuario de Por Igual Más)
0 comentarios