Cuando comencé esta entrevista, no sabía cuánto iba a aprender en el proceso, cuántas peripecias atravesaría o cuántas gracias iba a decir a lo largo de estas semanas.
Antes de dar comienzo a lo que para quien escribe fue un proceso gratificante de aprendizaje, quiero agradecer –al comienzo y no al final– la predisposición de Palomo para llevar a cabo esta nota.
Tamara Deisel: ¿Cómo es ser poeta? ¿Hay un componente secreto? ¿Una sensibilidad única?
Palomo Arriagada: Uno se debe creer artista por darles una forma distinta a las cosas, siempre he dicho que el arte, ya sea la escritura, la pintura, lo audiovisual, la música, es donde fluye toda tu sensibilidad, plasmada desde una expresión hacia una obra, un cuerpo, un objeto, ya sea lírico, narrativo o visual.
La sensibilidad nace, por lo menos desde mi experiencia personal como persona en situación de discapacidad, que más bien hoy en día decimos diversidad, desde una resiliencia, y ese es el componente más fuerte que hay dentro de la obra de quien ha caminado por la vida y ha tenido que trabajar quizás el doble que los otros. Una persona discapacitada en el desplazamiento tiene que trabajar el doble que una persona que quizás no tenga este problema de motricidad, entonces ahí nace la creación, al lado de la resistencia, van juntas.
La resistencia no es solamente fuerza, sino que es saber cómo pasar aquel límite, aquella barrera, muro, pasarlo a través de la creación, para mí ser poeta es eso.
TD: Vivimos en un mundo que se afana por fijar estándares de normalidad y los que no encajan quedan fuera, marginados. ¿Sentiste alguna vez esto? ¿Cómo crees que se cambia?
PA: Empecé a escribir a eso de los 13 años cuando estaba en el colegio, siempre fui al mismo colegio de integración y también dedicado al arte, a la música, y me dediqué a cursar los talleres de literatura y ahí empezó toda esta arma que sirve para enfrentar la herida a través de un lápiz y un papel, y a través de una máquina de escribir, en aquellos tiempos.
Ahí empezó todo lo que fue mi incursión en la literatura, creyendo primero en los propios pensamientos y la baja autoestima. Entrando en la adolescencia, florecen otros sentimientos e inquietudes, fue entonces cuando tomé esta arma de puño y letra para poder expresarlas en un papel.
Empecé a escribir siempre desde la sensibilidad social, ya que venía de un colegio bien dedicado a lo que era la sensibilidad de la realidad, lo que estaba pasando en aquellos años de dictadura, de opresión, y no paré de escribir hasta ahora. Estoy esperando mi tercer libro que lo están editando en Buenos Aires y también estoy trabajando en un cuarto libro que se llama: Las historias de mis zapatos y otras baladas. Cuento la visión de este caminar y cómo se reúne la experiencia y la literatura a través de la poesía.
TD: ¿Cómo crees que trata Chile (el Estado, la sociedad, los medios de comunicación, etc.) a las Personas con Discapacidad?
PA: Uno siente que vivir en un país donde el sistema económico es lo esencial trae con ello la discriminación social, no solo para las personas en situación de discapacidad, sino para todo tipo de personas marginadas. Se vive un sistema de consumo que quiere introducirnos cada vez más al individualismo, a la competencia.
Yo he sido discriminado laboralmente, llevo cesante tres años, me cuesta mucho a la hora de ir a una entrevista y que la primera impresión por mi forma de caminar importe más que la capacidad que uno pueda tener. A la hora de que llamen por teléfono y escuchen que tienes un pequeño problema para hablar, hay mucho rechazo, la persona del otro lado piensa que uno está ebrio y, sino, te preguntan directamente si tienes algún tipo de discapacidad y eso toma una determinación muy directa y también evidente a la hora de rechazarte, pero creo que aquí se habla mucho de lo que es normal. Normal es hoy en día en Chile endeudarte al pagar por la salud, la educación, por los servicios básicos de todo ser humano, y donde el trabajador en situación de discapacidad vive en la doble precariedad, porque ya en Chile ser trabajador es ser precarizado, entonces imagínate una persona en situación de discapacidad, es el doble de precarizado.
La única discapacidad evidente es la de un Estado que no ha sabido ni podido adaptar las condiciones para que se conviva en una comunidad con los mismos derechos y oportunidades, como dijo alguien por ahí: “discapacidad es lo que la medicina no ha podido mejorar”.
En Chile nos jactamos de tener un programa solidario como es la Teletón, que durante 27 horas nos quiere llamar a la solidaridad para ir al banco y depositar en ayuda a los niños discapacitados, para el instituto de ayuda al niño discapacitado. No es más que un mecanismo para ser objeto de caridad, se infantiliza mucho, donde también se le hace un pequeño favor al Estado, y donde eso es suficiente para decir que hacemos la tarea y somos un país solidario, porque ayudamos por 27 horas a los niños discapacitados, pero los 364 días restantes vivimos en una constante discriminación, marginalidad y con un sentimiento de exclusión del sistema.
Palomo Arragiada nos regala este poema para sentir, disfrutar y seguir aprendiendo de nosotros mismos y los demás.
«MANIFIESTO INCONCLUSO»
Tengo una telúrica expresión en cada una de mis manos
y me gusta escribir pastando con la tinta de vida
esa que se desparrama y revienta las palabras con amongelatina
por fuerza mayor ando en malos pasos desde que nací
camino con las réplicas del equipaje de lo que he vivido
mis pies avanzan en libre expresión levantando polvos desafíos
arrastrando las piedras divorciadas del asfalto.
Me codifico hablando en un canal que usa una señal de humo de urgencia
y me lanzo como cable a tierra
con mi voz que tiembla en lo que digo fugaz
mi lenguaje es un músculo obrero que se ejercita declarando afinación.
Fui durante años un obligado ingeniero In-Cesante
tengo un magíster en escribir currículum en las suelas de mis zapatos
soy un desgastado más de los diplomados en vitae del silencio.
No me visto con el traje de la indiferencia
ni menos uso corbatas que fueron hechas
para que el burgués que fracasara se suicidara más fácilmente
no necesito matarme para sentirme más muerto
sólo resucitar cada mañana con el nuevo sol
de los que luchan y se mantienen despiertos.
Por Tamara Deisel
Equipo de Prensa de Fundación Por Igual Más
Colabora en la edición Miriam Coronel
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