Cecilia Mercedes Zárate, de 42 años y originaria de Córdoba, es una violinista ciega de nacimiento.
Comenzó a tocar el violín a los 4 años utilizando el método Suzuki, que se asemeja al aprendizaje de la lengua materna.
Inicialmente siguió este método, pero más adelante, cuando era mayor, tuvo que aprender a leer partituras en braille. Ha participado en diversos conjuntos instrumentales y actualmente forma parte de la Banda Sinfónica Nacional de Ciegos.
También participa en carreras con un grupo de guías y se formó en el Profesorado en Perfeccionamiento Instrumental de Violín en la Universidad Nacional de Córdoba. En la siguiente entrevista, comparte su perspectiva sobre su vida, la discapacidad y la actitud de la sociedad hacia las personas con discapacidad.
¿Cómo son tus días? Tenes alguna rutina?
Mis días no siguen una rutina fija. Trabajo, estudio y practico deportes. Cada día es distinto y lo organizó a diario. Estoy en la Banda Sinfónica Nacional de Ciegos, donde realizó partituras en braille. Soy violinista y entré en la banda en 2009 por concurso. Esto es mi fuente económica principal, lo que me permite hacer muchas cosas.
Estudié en la Universidad Nacional de Córdoba, perfeccionándose en Violín. Aunque la banda es de instrumentos de viento, estoy contenta con mi cargo y lideró su informatización. También soy parte de la orquesta de tango «La empoderada orquesta atípica», un grupo de música contemporánea y tocó en dúo con un pianista.
Viajaba a La Plata por un ensamble de música barroca. Soy parte de «Música para el alma», llevando música a lugares especiales como hospitales y centros.
También persigo mi sueño de ser contador público. Empecé la carrera virtual en la Universidad de 3 Febrero el año pasado. No dejaré la música, pero los sueños se cumplen en vida.
¿Cómo es vivir con una discapacidad? ¿Qué pensás sobre la discapacidad? ¿Qué es la discapacidad para vos?
Vivir con una discapacidad tiene sus desafíos. A veces cuestiono partes de mí y cómo serían las cosas si no fuera ciega. Pero la discapacidad me lleva a lugares inesperados. Por ejemplo, práctico deportes, corro con un grupo de guías y amigos en «Pasión por correr». Correr en montaña es mi pasión, ya que al no pofer ver los paisajes los siento en mi cuerpo.
La discapacidad me impulsa a desafiarme constantemente. Emprender nuevas carreras, como la de contador público, es un ejemplo. Aunque soy la única ciega en muchos lugares, las adaptaciones son clave, como las partituras en braille que hago para la orquesta de tango.
La verdadera inclusión es cuando la sociedad comprende y apoya sin necesidad de indicaciones. Es un largo camino, pero creo que es posible lograrlo.
¿Cómo ves a la sociedad en relación con las personas con discapacidad? Alguna reflexión final que quieras hacer?
La sociedad aún enfrenta la discapacidad con incertidumbre y frases poco comunes. Creo que todos, con o sin discapacidad, lidiamos con desafíos personales. Si surge un problema, debemos tener la solución, no depender solo de otros.
Por ejemplo, en gimnasios, tuve que buscar alternativas como un grupo en el parque debido a restricciones. No conviene victimizarse; en cambio, encontrar soluciones es esencial.
Todos enfrentamos inseguridades. Es importante abordarlas como oportunidades de crecimiento. Ser flexible en la percepción de la sociedad y en nuestras actividades es fundamental. A veces, lo que parece un problema se convierte en una virtud. Debemos encontrar formas de hacer lo que queremos, incluso si no es convencional.
Cada individuo es único y las interacciones varían. Respetar las diferentes perspectivas es esencial.
El mundo es vasto y hay muchos lugares para encajar. Forjemos gradualmente nuestro espacio en la sociedad.
Entrevista: María Florencia Ponz.
Corrección: Sofía Rodriguez Galván.
0 comentarios