Creo que al igual que todas las enfermedades autoinmunes, la Esclorosis Múltiple (EM) es una gran incógnita, tanto para quien la posee, como para su entorno. Es algo impredescible, que nunca sabés si ya acabó o si seguirá atentando contra vos mismo. Es el mismo cuerpo el que se autodeprime, se ataca, se «autodestruye» (las comillas son en relación a la «normalidad» de la que tanto hablan/mos). De un mes para otro hay personas que modifican su movilidad, su habla, la visión, los reflejos de cualquier tipo. Es como si fuera el Packman que se va comiendo los puntitos de las vainas de mielina y por ello la información al cerebro llega «recortada» subjetivamente por cada paciente en relación a sus vivencias. Probablemente nadie describa el mundo de igual manera y cada quien reconstruye su vida y su destino como puede.
En el medio se pierden los conceptos de síntoma y recaida con indicios de otras patologías. Quién puede identificar cuándo inicia una recaida de la enfermedad o discernir que es un simple dolor de cabeza, o un calambre; y a su vez la eterna incertidumbre de que te pase algo mientras estás de viaje, o en un ámbito extraño al cotidiano. El miedo por momentos te acorrala y hace que tu entorno esté muy pendiente de vos (y a veces hasta molesta eso), sin embargo en necesario desapegarse de ese miedo que nos frena y nos ata un destino cotidiano. Hay que aprender a «soltar» ese miedo u arriesgarse a la vida.
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