Buen fin de semana para todos! En esta oportunidad, les queremos compartir un testimonio hermoso sobre cómo es posible disponer tiempo y voluntad para compartir gestos de amor concretos. Saludos y a disfrutarlo!
Mi nombre es Camila Hick, nací en Junin de los Andes, provincia del Neuquén, donde actualmente vivo. Tengo 18 años y hace unos meses terminé mis estudios secundarios. En lugar de empezar la facultad decidí tomarme un tiempo para viajar por algunos países de Europa con el objetivo de abrir mi mente, entregarme a la interculturalización y realizar prácticas en distintas instituciones que me ayuden a conocer un poco más sobre el campo de trabajo de las carreras que me interesan estudiar: Psicología y Terapia Ocupacional.
Planeando mi paso por Alemania me escribió una amiga pasandome información de una institución muy interesante llamada Herzogsaegmuehle que trabaja con personas discapacitadas, y que abren sus puertas al trabajo voluntario. Apenas leí el perfil de la institución decidí que tenia que hacer lo posible por ir y participar de estas actividades.
Durante una semana estuve paseando por las mañanas en el pueblo mas cercano a esta insitución, llamado Schongau (turisteando) y trabajando por las tardes en Herzogsaegmuehle. Esta institución nació a mediados del siglo XVIII como un campo de trabajo para las personas del área rural que no migraban a las ciudades industrializadas. Con el tiempo se convirtió en un centro de ayuda social para las personas en situación de calle sostenido por la Iglesia y actualmente cuentan con un plantel de profesionales que asisten a personas con todo tipo de problemas (enfermedades, discapacidades, adicciones, problemas de conducta, etc.)
Este lugar cuenta con fincas en donde se cultivan hortalizas y se cría ganado vacuno, talleres donde se aprenden oficios como carpintería, peluquería, pintura, un supermercado donde se venden las artesanías y los productos de la finca, escuelas para niños de todas las edades y adultos y hogares . Digamos que mas que una institución es como un pueblo común y corriente.
Dependiendo el problema que cada persona tenga y la gravedad del mismo se les asigna una vivienda comunitaria en donde son cuidados y asistidos por distintos profesionales (enfermeros, psicólogos, terapistas ocupacionales, etc) Además tienen la posibilidad de aprender una profesión y trabajar en los establecimientos del lugar.
Durante mi semana de voluntariado me toco asistir en el asilo de abuelos, un lugar maravilloso. Creo que nunca vi personas con tantas ganas de vivir, con tanta felicidad por transmitir, con tanta perseverancia. La comunicación entre nosotros al principio parecía difícil, pero rápidamente lo solucionamos: jugamos al dígalo con mímica y nos ayudamos con algunas palabritas que algunos sabían en ingles o español. Así cada trabajo fué mas fácil y divertido, y pudimos hacer un poco de todo, pintamos, dibujamos, actuamos, jugamos al ping pong, compartimos desayunos y almuerzos, hasta grabamos una película! Increíble. Ver como los profesionales trabajan con ellos y logran que aprendan, que pierdan miedos, que sigan adelante, me llenó de motivación para seguir adelante en este camino de formarme como alguno de ellos para brindar mi ayuda a quienes la necesitan.
Me fui super contenta de poder haber realizado esta experiencia, y de que hayan sido tan abiertos conmigo, a pesar de la diferencia de lenguaje y edad, no se cansaron de comunicarse a toda costa y me enseñaron que no solo tenemos las palabras para comunicarnos, sino la mirada, los gestos, y la forma de dirigirse a la otra persona.
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