Rubén Manuel Reveand: “Todo barco aguanta el mal tiempo según lo que aguante su tripulación”

hombre parado en el campo

Por Igual Más

14/03/2016

Te presentamos a Rubén Manuel Reveand (67 años). Le gusta escuchar y coleccionar música de los 60 a los 80 (baladas, boleros, Ray Conniff, Bert Kaempfert), folclore y música clásica (arias de ópera del barroco hasta 1920, la era romántica, Beethoven, los rusos Borodin, Smetana, Tchaikovsky, etc.). Sus comidas preferidas son la paella, el pescado y la comida francesa bien compuesta. Dice que es un buen asador. En cuanto a los animales, su pasión son los felinos, aunque tiene perros también. Su apodo en la vida universitaria era Many, como diminutivo de Manuel. Se dedica a la producción de pollos en Buenos Aires. Te invitamos a que conozcas su historia.

 

 

Nací en el ’48 en Puerto Belgrano, base naval de la Armada. Mi padre era suboficial de máquinas con el cargo más alto que se puede tener, fue náufrago y dado por desaparecido, ¡hasta funeral le hicieron! Ocurrió que su barco se partió en el Triángulo de las Bermudas. Hoy, gracias a National Geographic, pude ver un documental que explicaba estricta y científicamente por qué se parten algunos barcos o desaparecen aviones y el tema de la pérdida de la brújula de su norte, muy interesante.

Residí hasta los cinco años en Puerto Belgrano, cerca de Bahía Blanca, al sur de la provincia de Buenos Aires. Luego nos mudamos a la ciudad de Santa Fe, hasta los ocho años y, finalmente, a Martínez (zona norte de la misma provincia), aunque no recuerdo mucho de esa mudanza. Allí entré en quinto grado de la primaria, siempre viví en distintas casas muy cercanas entre ellas, inclusive luego de casado.

Pero en el 2001, exactamente el 18 de diciembre, me mudé a una granja que tiene 5,5 ha de tierra, con pastos más altos que una persona y el esqueleto de una casa.

 

Mis mascotas

 

En cuanto a los animales, me apasionan los felinos, adoro su personalidad independiente, su interés por conseguir lo que desean y su eficiencia. Tengo tres gatos: Bijou (alhaja), Jumpii, y Peluche. Bijou es blanca y negra y tiene el pelo corto. Jumpii se llama así porque de chiquita saltaba como un resorte. Es negra, de pelo muy tupido corto y tremendamente cariñosa. Finalmente, Peluche es un siamés, en sus primeros años fue el explorador alocado de la granja, cazador como pocos, no sé si fue genético o un accidente, hoy en día no puede levantar su cuarto trasero. Su nombre se debe a que es como un peluche, maúlla y lo subo a la cama, dormimos abrazados. Adora poner su cuello sobre mi mano, o cachete con cachete. Su ronroneo me ayuda a conciliar el sueño.

También tengo tres perros grandes, de más de 45 kg. Mi preferido es Gym, ese perro todo lo sabe, no fue necesario enseñarle nada y siempre debe llegar primero. Luz es una ovejera de pelo largo, es una luz para atacar, apresar, verlo todo, mandarle un ladrido de “vienen los bomberos”, un oído.. una velocidad… cómo juega, muerde, cómo se engrana es una risa, de muy pocas pulgas, porque es super inteligente, está desplazando a Gym de la función de perro alfa. Por último, está Oso, es tipo pastor de los Pirineos, grande y morrudo, mezcla con San Bernardo o un Boyero de Berna (parecido a Gym). Es buenazo, tal vez demasiado, pero se pone muy malo de noche, su vozarrón es un trueno. Una vez mantuvo al supervisor de Soychú (que pone y hace criar los pollos aquí) trepado a un árbol hasta que pudo comunicarse conmigo para que lo rescatara.

 

Una vida llena de aventuras y algunos accidentes

 

 

Sufrí varios accidentes en mi vida: cuando tenía ocho meses, mis padres volvían de una fiesta, me pusieron en el asiento de atrás y dejaron la puerta abierta. En una rotonda rodé y caí al asfalto. Cuando llegaron se percataron de mi ausencia y me fueron a rescatar.

A los trece años un caballo malo se desbocó, yo quedé como una “u” en una rama y luego caí al suelo.

A los diecisiete años me caí desde una chimenea de un crucero, viajando a la Antártida. Estábamos pintando sentados en una sillita, el barco escoraba y se sumergía con olas de seis a nueve metros en aguas heladas. Caí sobre una construcción de acero en la cubierta y estuve inconsciente varios días. La contrapartida fue que la Antártida es lo más bello que conocí, inolvidable, y en especial para mí, que los 30 grados bajo cero no me eran un problema. Después de eso me di de baja de la Marina, con la férrea oposición de mi padre, por no poder marchar luego de paradas militares porque se me acalambraba el torso.

El 20 de agosto de 1998 caí desde una altura de dos o tres metros por un desmayo, pegué con la parte derecha del tórax y se rompieron como cinco costillas. Aún hoy tengo nueve pedazos clavados en el pulmón. Debido a ese accidente, estuve muerto diez a doce minutos, esa experiencia me cambió la vida. Me dije: “tienes que hacer una misión todavía”.

En abril del 2008 me operaron poniendo espaciadores en cuarta y quinta lumbar, lo que fue peor el remedio que la enfermedad. El 28 de agosto de 2013 dictaron mi discapacidad, sí, el día de mi cumpleaños.

Tengo la séptima cervical soldada con la primera dorsal, lo que me hace doler mucho el cuello. Además, la tercera lumbar posee un canal estrecho. Están soldadas y con separador la cuarta y quinta lumbar. Y esta última, soldada también con la primera sacra, lo que me hace doler muchísimo el huesito dulce. De noche no puedo dormir más de una hora y media, debo despertarme y, con la faja puesta, invierno y verano, girar con cuidado a otra posición, no existe posición de comodidad. Y uso bastón para caminar cuando es muy fuerte el dolor de la pierna izquierda. Y no recibo rehabilitación.

 

La granja

 

 

Las actividades que se hacen en la granja son realizadas físicamente por el empleado (porque solo tengo dos galpones, tamaño mínimo posible). Él vive con su familia en la granja. El trabajo es durante las 24 horas los 365 días al año y, paradójicamente, hay más trabajo cuando está vacía, sin pollos.

Algunas de las tareas que hace son: sacar la cama sucia por las deyecciones del pollo (la cama es cáscara de arroz), clorar el agua, asegurar su cantidad y calidad, y limpiar picos, ya sea de agua o de fogging niebla para refrescarlos. Además, se encarga de la regulación y manejo de comederos, (todo es automático, ventilación con las cortinas o en forma de túnel, extracción del aire cuando funciona como túnel); recepción del camión de alimento, entregar el sobrante de alimento de la granja; luego de la cría, recibir los pollitos, alargar sus espacios según sus necesidades, entregarlos cuando vienen los camiones a buscarlos; mantener los caminos, el pasto, con motoguadaña o con el tractor; cuidar de la seguridad, la iluminación, el programa de luz, etc.

 

 

El desafío

 

El desafío es lograr tener cuatro galpones porque tendría un empleado de día que no viviera en la granja y el doble de producción. Aquí las cosas están siempre al límite, con la soga al cuello, pero Dios aprieta pero no ahorca.

Lo que más me gusta de este trabajo son los ciclos cortos y la precisión en la cría que uno debe peritar. Un eminente veterinario me dijo que los pollos tienen tanta genética, desarrollo y eficiencia que es como andar con una Ferrari pero por camino de tierra. Es decir, en cualquier momento, “chau”, “fuiste”. Al respecto, tengo una frase: “En 45 minutos se puede perder una cría de 45 días”.

El alimento es siempre el mismo en todas partes del mundo, se mezcla soja, maíz y núcleo que se produce en Suiza o Alemania y es único para USA, Brasil, Chile, Uruguay, Argentina, etc.

 

Acerca de la discapacidad

 

Me parece que muchas personas con discapacidad tienen el problema de que no aceptan su discapacidad. Hay que entender que son capacidades diferentes. Una persona con discapacidad pondrá mucha más garra que un tipo “normal” que se la pasa en el bar jugando a los dados. Pienso que todo es un exquisito equilibrio y hay que saber jugar, las cartas están dadas, es cuestión de pensar y decirse: “¿quiero ganar?”

Todo barco aguanta el mal tiempo según lo que aguante su tripulación, la granja es lo mismo. La capacidad de un discapacitado puede ser mayor que la de un citadino, que viene los domingos con pantalón blanco, alpargatas nuevas y una rubia distinta cada semana, y no llega a entender qué le sucede, qué necesita, qué le pasa con la integración, qué está mal y qué está bien. En cambio, una persona con discapacidad, sabiendo de sus límites, es más sensible; es el caso de una madre que entiende perfectamente qué le sucede a su niño, es un tema de dedicación.

Si lo emprende, ¡mucha suerte! Y la cabeza no está para llevar gorrito “pirulo conducción”, sino para usarla. De usted depende, lo toma o lo deja, como dicen los americanos. Y como dicen los americanos también, no se queje si no se queja.

 

 

Contacto

 

Mi mail es granjaavicoladonmiguel@gmail.com. La granja está situada en el km 312 de la ruta 41, partido de Baradero. La pueden googlear, se ve muy bien allí. La visita es a mi casa pero no a la zona de producción porque tenemos que evitar cualquier tipo de contaminación.

 

Por Gisela Trento

Equipo de Prensa

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Colabora en la edición: Miriam Coronel

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