Hablemos de discapacidad

hablemos de discapacidad

Por Igual Más

10/02/2014

Por Laura Martínez Murillo


El valor de las palabras


El lenguaje no es neutral, ni se agota en las definiciones que se contienen en las páginas de un diccionario por amplio y completo que éste sea. El uso y la intencionalidad dan a muchas palabras contenidos muy distintos a los que se les asignan teóricamente.


Con el lenguaje se integra y se margina. Por eso, es tan importante utilizarlo bien, usar en cada caso los términos adecuados. La normalización, esto es, poner a disposición de todas las personas con discapacidad, modelos de vida y condiciones diarias que se aproximen, lo más posible, a las circunstancias y modos habituales de la sociedad, empieza por el lenguaje.

 

No tomemos la parte por el todo


Quienes rodean a una persona que tiene alguna deficiencia, con frecuencia desconocen qué es capaz de hacer. A veces, incluso ella misma lo ignora. El hecho es que esa deficiencia, que afecta a una parte concreta de su ser, se convierte en el todo y la persona pasa a ser considerada como alguien menos capacitado que los demás y que, por eso, no puede llevar a cabo una actividad «normal».


La deficiencia no es una cualidad del ser, sino un condicionamiento que limita ciertas relaciones de la persona con su entorno.


Aclarando ideas


La Asamblea General de las Naciones Unidas, reunida el 9 de diciembre de 1975, utilizó la palabraimpairment que fue traducida al castellano por «impedimento» para referirse a la deficiencia, y por «impedidos» para referirse al colectivo que nos ocupa. Hoy, el término «impedido» está prácticamente en desuso, al igual que el de inválido, subnormal y otros, aunque algunos de estos términos permanecen en ocasiones en el lenguaje oficial (por ejemplo, se habla de pensiones de invalidez).


Más tarde, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció en 1980 su conocida «Clasificación internacional de deficiencias, discapacidades y minusvalías». Quizá sea éste el momento adecuado para explicar estos términos que se emplean frecuentemente como si fueran sinónimos, cuando en realidad expresan cosas diferentes, y también para comentar la nueva orientación que ha surgido en las organizaciones y asociaciones de personas con discapacidad al respecto, y que básicamente parte del rechazo del modelo médico de discapacidad propuesto por la OMS, que divide a las personas en grupos según su situación o condición médica.


Deficiencia


Según la OMS, es toda pérdida o anormalidad, permanente o temporal, de una estructura o función psicológica, fisiológica o anatómica. Incluye la existencia o aparición de una anomalía, defecto o pérdida de una extremidad, órgano, estructura corporal, o un defecto en un sistema funcional o mecanismo del cuerpo. La deficiencia supone un trastorno a nivel de órgano, que produce una limitación funcional que se manifiesta objetivamente en la vida diaria.


La OMS define la deficiencia mental como «un funcionamiento intelectual inferior al término medio, con perturbaciones en el aprendizaje, maduración y ajuste social, constituyendo un estado en el cual el desarrollo de la mente es incompleto o se detiene». Por su parte, la Asociación Americana de Deficientes Mentales señala que, para hablar de estas deficiencias, hay que referirse a la existencia de un coeficiente intelectual inferior a 70 y, además, con una alteración tal de la conducta que implique la dependencia de otra persona. En ocasiones, una misma persona padece simultáneamente dos o más deficiencias.


 

Discapacidad


Según la citada clasificación de la OMS, «es toda restricción o ausencia, debida a una deficiencia, de la capacidad de realizar una actividad en la forma o dentro del margen considerado normal para el ser humano». Puede ser temporal o permanente, reversible o irreversible. Es una limitación funcional, consecuencia de una deficiencia, que se manifiesta en la vida cotidiana.


La discapacidad se tiene. La persona no es discapacitada, sino que está discapacitada: no puede hacer alguna cosa en concreto de la misma forma que los demás. La discapacidad no forma parte de la esencia de la persona.

 

Minusvalía


Es para la OMS «la situación desventajosa en que se encuentra una persona determinada, como consecuencia de una deficiencia o discapacidad que limita o impide el cumplimiento de una función que es normal para esa persona, según la edad, el sexo y los factores sociales y culturales».


Otra interpretación


En la actualidad, y desde hace cierto tiempo, el movimiento para los derechos de las personas discapacitadas está redefiniendo el término discapacidad, como una falta de adecuación entre la persona y su entorno, más que como una consecuencia de la deficiencia de una persona.


«Una persona con discapacidad o discapacitada es un individuo que se ha encontrado en una situación de discapacidad debido a las barreras del entorno, económicas y sociales, que dicha persona, debido a su(s) minusvalía(s) o deficiencia(s), no puede superar del mismo modo que otros ciudadanos. Estas barreras son impuestas frecuentemente por la actitud marginalizadora de la sociedad. La sociedad es la que tiene que eliminar, reducir o compensar dichas barreras, con el fin de permitir a todos sus ciudadanos la posibilidad de disfrutar al máximo de su condición de tales, respetando los derechos y deberes de cada individuo». (Declaración de octubre de 1994).


Las actitudes ante las personas con deficiencias

 

Afortunadamente, ya está lejos el tiempo cuando se creía que la deficiencia era algo así como un castigo divino… pero las actitudes hacia las personas con alguna deficiencia varían en función de algunos factores.


Cuando la deficiencia es de origen congénito o se debe a una enfermedad sufrida en la primera infancia, es como si formara parte del ser de la persona. En cambio, si se produce como consecuencia de un accidente o de una lesión, que afecta a una persona adulta, se entiende que modifica su situación anterior pero no se considera algo intrínseco, inseparable, de la persona.


También se establecen diferencias entre la deficiencia física y la psíquica. Se tiende a considerar minusválida a una persona aquejada de una deficiencia funcional, motórica o sensorial, pero se le concede cierto grado de normalidad. En cambio, el caso de una persona con deficiencia psíquica es diferente. Se considera que afecta a su calidad de persona, y que, por tanto, está claramente en el campo de la «anormalidad».


La situación de dependencia social, esto es la falta de autonomía, que hace necesaria la ayuda de otra persona para las tareas habituales de la vida cotidiana separa más, margina más, que la dependencia de medios materiales, por ejemplo, el uso de prótesis, porque se considera que aun así es «una persona que se vale por sí misma».


Otra consecuencia de la dependencia es la improductividad. La deficiencia hace que la persona sea considerada «inservible» para el proceso productivo, en un mundo regido por la competitividad y la producción. De aquí a considerar que es una carga para los demás, no hay más que un paso. Y esto es grave porque a mayor rechazo social, menores posibilidades reales de llevar una vida normalizada. Siempre hay excepciones, claro está. Pero no es, ciertamente, lo más frecuente.


 

La integración como objetivo

 

Integrarse socialmente es el objetivo esencial que persiguen las asociaciones de todo tipo existentes dentro del colectivo de personas con discapacidad. Estar integrado significa tener el reconocimiento y la estima de los demás, sentirse parte activa de la sociedad: útil, productivo, capaz.


La igualdad de oportunidades o, si se prefiere, la actuación positiva para eliminar todo tipo de barreras es el camino para lograr que una persona con alguna discapacidad no tenga constantemente delante su situación de desventaja. La accesibilidad en todos los órdenes, esto es, la ausencia de barreras arquitectónicas, sociales o de comunicación, es un elemento clave para conseguir el objetivo básico: vivir normalmente, sin que las diferencias se conviertan en muros infranqueables.


 

Nuestros derechos


Las personas con discapacidad tienen el mismo derecho a la vida y a los recursos sociales y económicos que puedan permitirles vivir su vida con un máximo de dignidad y auto-determinación y, por lo tanto, no deberían ser considerados como una trágica minoría.


Bajo la consigna «Mi mundo es diferente, ayúdame a integrarme al tuyo», la Asociación de Integración y Rehabilitación de Autistas de Ensenada, A.C. (AIRADE) lucha por ganar espacios.


* Tomado de Discapnet (España). La selección y resumen de los textos es obra de Laura Martínez Murillo, quien tiene una niña de 10 años con características autistas y es miembro activo de la AIRADE.


Si usted desea mayor información o colaborar con esta asociación puede dirigirse a AIRADE: Alcázar y Puerto Vallarta # 474. Villas del Real Segunda Sección. Tel. (646) 120-21-79. Horario: 2:20 a 6:20 pm. Ensenada, B.C. También visitar su página electrónica; aunque aún está en construcción, ofrece información sobre el autismo y la asociación.


 

Fuente:

Esta nota se publicó el 20 de marzo de 2003 en el ejemplar número 66

 http://gaceta1.cicese.mx/ver.php?topico=articulos&ejemplar=141&id=132

 

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