“A veces es la sociedad la que te hace discapacitado”

foto de un joven sentado

Por Igual Más

03/06/2019

Gastón Cerrano es cordobés y tiene 23 años. Es estudiante, en proceso de tesis, de la carrera licenciatura en Comunicación Social. En su testimonio para la sección “Capacidad en Primera Persona”, nos contó sobre su parálisis cerebral debido a un nacimiento prematuro. Aquí, para el Glosario Social, el entrevistado trata con mucha mayor profundidad su vínculo con la discapacidad.

 

Si bien reconoce que parálisis cerebral es su diagnóstico oficial, Gastón se anima a cuestionarlo: “El diagnóstico se llama así, aunque me parece discutible, hasta errado. Cuando a vos te dicen algo está paralizado es que algo no se mueve, te remite a algo que está quieto, plantado. Y si yo tuviera el cerebro quieto claramente no estaría haciendo esto. Por eso es que digo que es errado entre comillas, pero bueno así se le llama. Si alguien pregunta que tengo, tengo esto.”

 

“Dentro de la parálisis cerebral hay personas como yo, otros que pueden mover un pie. También, quienes tienen un grado mayor de movilidad. Depende también de la suerte, del destino y de la estimulación”.

 

“La discapacidad nunca fue un tabú para mí. En mi caso sobre todo porque nunca sufrí un hecho traumático. Desde que yo tengo memoria soy así. No tengo problemas en hablar de esto, no tengo tapujos. El hecho de poder exteriorizarlo yo creo que me ayuda”.

 

“Muchas veces me han hecho esta pregunta: ¿Cómo es vivir con discapacidad? Y depende. De cómo te haya agarrado, depende el destino, que es lo que tengas, que es lo que no tengas, tus recursos”.

 

“En mi caso, lo que más me molesta es la dependencia que te genera. En situaciones que otras personas pueden moverse por sí mismo, yo tengo que coordinar con alguien para ver si puede llevarme, por ejemplo. Depender de otro es la mayor molestia que siento”.

 

“Después, lo importante es adaptarse a lo que podemos hacer. Yo aplico algo que llamo “teoría del reemplazamiento”. Esto, básicamente es buscar una cosa que si puedas hacer para reemplazarla algo que no. La Play Station, por ejemplo, es lo más cercano que tengo a vivir un partido de fútbol, a poder jugarlo. Obviamente no es lo mismo, pero le tenés que buscar la vuelta para que sea algo, por lo menos, parecido”.

 

“Considero que la sociedad juega un rol importante. Más allá de la limitación lógica que uno tiene, (y que todas las personas tenemos), la sociedad también te limita. Te cito un ejemplo concreto. Fui a un recital de Ciro y Los Persas con un amigo y nos tuvimos que volver en taxi, pasaron 10 móviles y no frenó ninguno”.

 

“Viendo estas cosas que pasan, pienso que a veces es la sociedad la que te hace discapacitado. Me da bronca ver lugares que dicen ser inclusivos y ni siquiera tienen rampas. ¿Y la inclusión? Ojo, a esto lo sufren otros colectivos de la sociedad también”.

 

“Pienso que se debe avanzar en la accesibilidad. Reconozco que en muchos lugares esto sucede, pero falta mucho. Tuve la oportunidad de conocer otros países y los noté más preparados para incluirnos. Entonces vos decís, ¿Y por qué acá no? Todo tiene que estar preparado para que pueda entrar cualquiera. Y ahí vuelvo a lo que dije al antes, cuando pasan estas cosas es la sociedad la que te hace discapacitado. Es fuerte, pero lo siento así”.

 

Con respecto a su experiencia directa en cuanto al trato hacia las personas con discapacidad, Gastón sostiene lo siguiente:

 

“Si vos ves a una PCD tenés que desprenderte de todos los prejuicios. Interesate en conocerla simplemente, después verás si sos amigo o no, o si te cae bien o mal, como con cualquiera”.

 

Según él, la discriminación se pone de manifiesto de dos formas: “Hay una que es maldad pura, es cuando te dejan afuera directamente, con saña, cuando hay burlas hirientes. Este es el tipo de discriminación básica que a todos se nos viene a la mente”.

 

“Después hay otra que te hacen sin querer queriendo, diría el chavo. Sucede, por ejemplo, cuando sobredimensionan mis logros, o se sorprenden por cómo me va en la facultad, cuando en realidad hago el mismo esfuerzo que el resto de mis compañeros. Ahí están anteponiendo la discapacidad por sobre mi persona o mi habilidad. A mí me gusta que traten como a uno más, como si la silla no existiera”.

 

Por Facundo Vallozzi

Fundación Por Igual Más

Colabora en edición: Rocío de Lourdes Ramírez

 

 

 

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