El desafío de comenzar nuevamente

mujer sentada en un sillón sonríe frente cámara

Por Igual Más

13/09/2018

 

Nancy Noemí Machado tiene 49 años nació en Córdoba Capital, vive con su mamá y con una de sus hermanas y su sobrino; En esta charla emotiva nos cuenta cómo es vivir y salir adelante teniendo disminución visual.

 

La historia comenzó a mis 27 años cuando me diagnosticaron leucemia. En 1998 una de mis hermanas fue mí donante de médula ósea; En el transcurso del post recuperatorio adquirí el herpes zóster, más conocido como -“culebrilla”– que afectó severamente el lado izquierdo de mi cara.

 

Por una mala praxis en el ojo izquierdo tuve perforación de córnea y, luego de  pasar por varias operaciones  se pudo  mejorar levemente mi visión. Luego de varias intervenciones perdí completamente la vista del ojo derecho.

 

En mi vida había tres objetivos: terminar mi carrera de maestra de nivel inicial – no pude porque me enferme-, ser madre – no lo logré porqué  la infección me dejó estéril-,  y ser independiente. Me dije: “este objetivo lo voy a lograr”.

 

Tuve que replantearme como abordar esta etapa de mi vida y conocí el Centro de Rehabilitación Para Ciegos Adultos Julián Baquero , allí me dieron herramientas prácticas para que pudiera enfrentar la vida y se me abrieran puertas;  Pude descubrir que existe un bastón verde para aquellas persones que tienen disminución visual y un bastón blanco para las personas ciegas.

 

Aprendí a leer y escribir braille, se complica mucho más si no sos ciega de nacimiento, porque tu mundo se condiciona de otra forma, pero con esmero y esfuerzo se logra.

 

Durante nueve años trabajé como voluntaria en la Asociación de Amigos de la Biblioteca Provincial para Discapacitados Visuales , donde, además de todo tipo de libros, vendíamos  elementos para que un ciego pudiera escribir.

 

Pero desde hace un tiempo mi mama está enferma y no puede salir.  Me dedico a hacer compras y a cuidar mi sobrino de 11 años. Cuando viene del colegio le preparo el almuerzo y se queda en casa hasta que viene su mamá; Mi sobrino me cuida y  yo lo cuido a él.

 

Hace unas semanas visité al médico porque he perdido casi toda la visión, solo distingo bultos y  colores. El médico me dijo que mi vista empeorará hasta  llegar  a  no  distinguir nada; Fue muy impactante para mí reconocer esta nueva faceta en mi vida.

 

Pero, aunque salgo con cierto miedo a la calle, es un desafío re comenzar nuevamente todo y poner en práctica lo ya aprendido, porque en la vida estamos para aprender.

 

Sueño con volver ser voluntaria en alguna fundación para ciegos u otra organización afines .

 

 

Por Víctor José Álvarez Díaz

Equipo de Prensa

Fundación Por Igual Más

Colabora en edición Sofía Rodríguez Galván

 

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