Leonardo Mondino: “Creo que los límites los pongo yo y si hay algo que no pueda hacer, pido ayuda”.

Leonardo Mondino mirando un rio

Por Igual Más

30/01/2017

En esta columna de Capacidad en Primera Persona, queremos que conozcas a Leonardo Saúl Mondino, el Pelado para algunos, el Gringo para otros. Lo cierto es que este hombre de 35 años, casado con Marina, al que le gusta el asado, salir a pasear con su perro, el campo y manejar, tiene una historia de vida llena de desafíos, de sueños, de anhelos…, de vida en abundancia para compartir y ser conocida. Muchas veces oímos hablar del término resiliencia que es la capacidad de sobreponerse a situaciones traumáticas, y Leonardo no solo la vive cotidianamente, sino que sueña mucho más: ayudar a otros que han pasado por la misma situación que él, creando un Centro de Rehabilitación y que la medicina deje de ser un negocio para que el sistema se preocupe realmente por las personas.

 

 

¡Te invitamos a seguir leyendo y a conocer más acerca de cómo con fe y esperanza se puede salir adelante frente a las dificultades!

 

 

¡Hola a todos! Soy Leonardo. Desde hace un par de años muchos me dicen Pelado, ya que pasé de tener una cabellera lacia y rubia a una cabeza “con pocas chapas”, cosa que al principio me costó aceptar (por esos complejos tontos que solemos tener en esos años jóvenes) y más aún porque yo estaba en silla de ruedas y en un tiempo difícil en lo emocional, ya que había perdido a mi novia en el accidente. Yo creía que ya nadie me iba a aceptar por estar en la silla y, además, se le agregaba la calvicie. Fue un tiempo difícil, pero me di cuenta de que estaba equivocado y que Dios siempre nos da otra oportunidad. Otros me dicen Gringo, ya que mis padres son de descendencia italiana y todos en mi familia tenemos rasgos físicos típicos de los gringos.  

Tengo 35 años. Nací el 13 de marzo de 1981, pero considero que tengo dos fechas de nacimiento: la primera es la que acabo de mencionar y la segunda es el 15 de agosto de 2004, cuando tuve el accidente y volví a nacer.

 

 

Respecto del accidente automovilístico, ocurrió en 2004. Tuve una lesión medular por una fractura en la columna, en la zona de las vértebras dorsales 10, 11 y 12 que resultó en una paraplejia de miembros inferiores. Estuve internado veinte días en terapia intensiva y me dieron el alta médica luego de ser operado. A raíz del accidente fallecieron dos personas (quien era mi novia y una amiga). Tuve que pasar por un doloroso duelo que me llevó mucho tiempo. Tuve que aprender a ir al baño como un niño y con fuertes cambios en mi cuerpo; tuve que aprender a vestirme sin usar mis piernas. Tuve que aprender a movilizarme en silla de ruedas y muchos cambios más, que fue muy duro atravesarlos. No podría haber logrado nada sin el apoyo incondicional que tuve de mis padres, familiares y amigos. En Tanti me ayudaron muchísimo con la rehabilitación hasta fines del 2004. Cuando volví al pueblo, todo era como antes y a la vez nuevo para mí, las calles por las cuales yo circulaba caminando ahora las transitaba en silla de ruedas y la gente me daba aliento y fuerzas para seguir adelante.

 

Gracias a Dios fui superando poco a poco todo lo sucedido con mucho trabajo y empeño. Pasé momentos terribles de soledad, muchas veces lloraba y no sabía si era porque no podía caminar o si era porque extrañaba a mi novia. Hice terapia con un psiquiatra, quien me diagnosticó el TOC (Trastorno Compulsivo Obsesivo). Continué haciendo rehabilitación física con la esperanza de algún día volver a caminar. Siempre le puse mucho empeño y dedicación a todo y con la ayuda de mis padres pude lograr todo lo que logré. Juntos luchamos contra los obstáculos que las obras sociales nos ponían cuando necesitábamos algo relacionado con la salud, como así también lo hago hoy en día junto con mi esposa. Actualmente vivo con ella, tenemos una casa y en el mismo lugar tenemos un comercio del cual vivimos. Juntos la luchamos día a día. Hace tres años nos propusimos tener hijos y ya realizamos tres intentos con tratamientos de fertilidad y lamentablemente han fallado, antes de que termine este 2016 vamos a hacer un intento más y estamos orando mucho para que Dios nos conceda ese sueño que juntos anhelamos. No ha sido fácil llegar hasta aquí, todo me ha costado lágrimas y sudor, he sido muy perseverante en todo y gracias a Dios siempre pude sobreponerme a la adversidad. Creo que los límites los pongo yo y si hay algo que no pueda hacer, pido ayuda. Trato de hacer una vida normal a pesar de las dificultades que puedan presentarse. Todo está en proponerse las cosas y llevarlas adelante.

 

 

Les sigo contando de mi historia y de mi vida, sueños y anhelos. Nací en Villa Huidobro (Córdoba, Argentina), también conocido como Cañada Verde, un pequeño pueblo del sur cordobés… el verdadero sur de Córdoba, allí donde los políticos no se asoman ni por chiste. A los 17 años terminé el secundario y me fui a estudiar a Río Cuarto la carrera de Agronomía, que no pude terminar por el accidente, y desde ese momento, mi vida tuvo un giro inesperado. Por ese entonces, me volví a vivir al pueblo con mis padres y en el año 2006 volví a Río Cuarto buscando un mejor futuro. Allí me quedé hasta comienzos del año 2008, año en que me puse de novio con quien tiempo más tarde se convertiría en mi esposa. Actualmente, vivo en General Pico (La Pampa) y estoy aquí por culpa de esa mujer llamada Marina con la cual me casé. Estuvimos nueve meses de novios y el 15 de noviembre del 2008 nos casamos.

 

 

En mis tiempos libres me gusta salir y disfrutar de la naturaleza con mi compañero Simón, un perro labrador que tengo desde hace ocho años. Él me acompaña junto a mi silla sin separarse y además se mete debajo para empujarme. Salimos juntos por la calle y me sigue a todas partes.

 

Además me gusta mucho manejar. Por suerte no me quedó el miedo a agarrar el volante de un auto después del accidente. Hace tres años pudimos comprar un auto con caja automática y lo hice adaptar y la verdad disfruto mucho cuando manejo.

Mi pasión es el campo. Hoy en día el trabajo que tengo no me permite salir mucho, pero años atrás, antes y después del accidente me gustaba salir al campo y disfrutar de las tareas que se realizan.

 

Mi comida preferida es el asado, me gusta mucho hacerlo yo y disfruto de tener que encender el fuego y hacer el seguimiento al cocinarlo. También me encanta la milanesa de carne vacuna con papas fritas, ambas freídas con grasa de cerdo.

 

Mi película preferida es Gladiador. No llevo la cuenta de cuántas veces la he visto ya, pero cada vez que la encuentro en algún canal me quedo mirándola.

 

La verdad es que no tengo alguien en particular a quién admire, pero me gusta mucho compartir momentos o charlas con gente emprendedora, que le guste mirar hacia delante y visionar en la vida. Mi esposa es alguien a quien valoro mucho, ya que me banca en todas y me apoya en todo.

 

Mi sueño en la vida era recibirme de ingeniero agrónomo y luego formar una familia, trabajar y poder ayudar a los demás. A mí siempre me apasionó el campo, creo que es algo que heredé de mi abuelo materno, de chiquito decía que cuando terminara el colegio me iba a ir a vivir al campo y trabajar allí. Siempre soñé con tener un campo y hace unos años atrás empecé a pedirle a Dios que algún día me dé la posibilidad de administrar uno. Con las ganancias que me diera podría ayudar a los que necesitan. Todavía no he logrado comprarme uno, pero tengo la esperanza de que en algún momento de la vida se me haga realidad ese sueño. También debo confesar que desde que tuve el accidente surgió un sueño que es el de volver a caminar. Pero es algo que no me desespera ya que soy consciente de lo que tengo y sé que solo Dios puede hacerlo realidad. Con respecto a esto, mi sueño sería que la medicina dejara de ser un negocio como lo es hoy en día y que salieran a la luz, para todo el mundo que lo necesite, las curas para enfermedades y lesiones medulares que deben de estar cajoneadas en ciertos laboratorios del mundo.

 

Con respecto al Centro de Rehabilitación, les cuento que el 25 de diciembre de 2015 estaba en el patio de la casa de mis padres tomando unos mates junto con ellos y mi esposa y charlábamos sobre el caso de una mujer del pueblo que le había dado un ACV y que su familia no sabía qué hacer con ella. No sabían qué tenían que hacer ni dónde podían llevarla a rehabilitarse. Fue entonces que les dije a ellos que si pudiera, haría un Centro de Rehabilitación en el pueblo para atender a todos los que necesiten ser atendidos, tengan o no tengan dinero ya que cuando nos tocó pasar por ese mal momento a nosotros, no sabíamos qué hacer ni conocíamos nada del tema y mucho menos sabíamos a quién pedir ayuda. Tuvimos que salir a consultar muchas cosas y también a pedir ayuda económica porque no estábamos en una situación que nos permitiera solventar gastos médicos y de rehabilitación. Brevemente, les cuento que se realizaron peñas folclóricas en el pueblo para recaudar fondos y, en una de ellas, nos estafaron y se quedaron con casi todo el dinero entre el presidente del club donde se realizó y alguien de la ciudad de Córdoba, que seguramente lo conocerán por su programa La Casa del Trovador.

 

Todas estas experiencias que me tocaron vivir me llevaron a meditar sobre lo mal que se vive y cuánto se sufre cuando algo nos pasa y no conocemos nada del tema. Más aun, cuando uno vive en un pueblo donde los recursos de salud son muy escasos y no hay mucho conocimiento de ciertos temas específicos como los que me tocaron atravesar a mí, uno se siente en la pampa y la vía. Tenemos que viajar a ciudades donde brinden la asistencia que se necesita según el caso. Eso genera una incomodidad terrible ya que hay que planificar viajes, encontrar lugar donde hospedarse, buscar información en los lugares indicados para cada caso. En fin, todas estas cosas que viví junto con mi familia me llevaron a pensar en armar un Centro de Rehabilitación Neurológico para brindarle todo lo que necesita un paciente y su familia con respecto a información, tratamiento, asistencia, etc. Y lo importante es que el paciente tenga todo lo que necesita en el lugar donde vive o cerca. No solo recibiría asistencia la gente del pueblo, sino también aquellos que viven en localidades cercanas, lo cual les haría mucho más fácil viajar por la distancia menor. Todavía el Centro de Rehabilitación no está hecho y es mucho lo que se necesita para llevarlo a cabo, sobre todo recursos económicos. La idea fue compartida con un amigo de la familia que es pastor de una iglesia evangélica y me dijo que me apoyaba con el proyecto y que iba a hacer todo lo posible para conseguir lo que sea para hacerlo. Eso me fortaleció un poco ya que pienso que no estoy solo y me siento acompañado. El lugar físico está, ya que hace un tiempo compramos con mi esposa un terreno en el pueblo y lo tenemos disponible para usar. Pero aún faltan organizar muchas cosas y, por sobre todo, juntar los medios económicos para hacerlo realidad. Mi idea también es crear una fundación para recaudar fondos que serán destinados al Centro de Rehabilitación. Con esta podremos enfrentar los gastos que se demanden y, así, dar atención a las personas que no tengan dinero para llevar adelante un tratamiento de rehabilitación. Es largo el camino por recorrer para concretar todo esto que menciono. Todavía estamos en la etapa de charlas y formación del grupo que llevará adelante este proyecto y se va a ir concretando en la medida que se den las cosas y, por sobre todo, si Dios así lo quiere.

 

 

Por Ana Argento Nasser

Equipo de Prensa

Fundación Por Igual Más

Colabora en la edición: Mirian Coronel

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